Prehistoria

Prehistoria
Corría el año de 1873 cuando Charles Darwin dibujó en su libreta de notas un simple árbol con unas cuantas ramas, y en la parte superior de la hoja escribió: «I think». En este diagrama cada rama la identificó con una letra que representaba una especie y planteó que todas se relacionan, al evolucionar de un ancestro común. Veinte años después, Darwin presentó lo que se ha denominado, la genial y portentosa idea, del Árbol de la Vida en «El Origen de las Especies». Desde entonces, la biología evolutiva se ha dedicado a descubrir ramas y hojas, e incluso posibles raíces, de este árbol. Mediante ADN y fósiles, los científicos han establecido las relaciones de múltiples grupos de organismos, bocetos de este árbol de la vida, en el cual los animales y los hongos se localizan en una parte del árbol, por cierto muy lejos de las propias plantas.
Al margen de la concepción materialista que se esfuerza en explicar el surgimiento de todas las manifestaciones de vida y, sin pretender descalificar, no solo a Darwin, tampoco a ninguna de las ciencias modernas que con más tecnologías otorgan razón a muchos de los enunciados darwinianos, sin diferir de su principal razonamiento sobre el origen de las especies, incluyendo la humana.
Nosotros no descalificamos ninguna ciencia, en primer lugar porque sin ellas estaríamos todavía más cerca de las ramas de un árbol que del suelo firme, en segundo lugar porque estimamos que mientras esperamos por que los cielos nos abran sus puertas, no debemos rechazar las aulas que nos abren las suyas.
No obstante, es también nuestra obligación referirnos brevemente a las diferentes concepciones místicas existentes sobre el «Árbol de Vida», aunque en esta ocasión solo nos referimos al Génesis y al Viaje apostólico del Papa Francisco al reino de Bahréin el 3 de noviembre de 2022.
Génesis (9), Biblia Reyna Valera Viaje Apostólico del Papa Francisco (primero y séptimo párrafo)
“La creencia en agentes invisibles o espirituales parece ser universal entre las razas menos civilizadas. Tampoco es difícil comprender cómo surgió. Tan pronto como las importantes facultades de la imaginación, el asombro y la curiosidad, junto con cierta capacidad de razonamiento, se hubieran desarrollado parcialmente, el hombre ansiaba naturalmente comprender lo que sucedía a su alrededor y especulaba vagamente sobre su propia existencia”.
Charles Darwin, “El Origen del Hombre, Cap III, La creencia en Dios
«En sus pensamientos y atributos, la humanidad en general está controlada por creencias e impulsos heredados, que durante incontables miles de años se han arraigado como instinto. Hoy en día, en vastas regiones de la tierra, la magia, los amuletos y los encantamientos son las principales armas de defensa contra la naturaleza maligna; en los días de enfermedad, muchos millones más todavía acuden a sus dioses en lugar de acudir a los médicos. En su camino ascendente, el hombre buscó en lo sobrenatural una explicación de los fenómenos apremiantes de la vida, poblando el mundo de seres espirituales, deificando objetos de la naturaleza asignándoles influencias benignas o malignas, que podían ser invocadas o propiciadas».
Dr. William Osler, «Evolución de la Medicina Moderna,
Desde el inicio de su vida comenzó el hombre a enfrentar los males que le ponían en peligro; las heridas accidentales, golpes, mordeduras de bestias y reptiles, le enseñaron, quizá instintivamente o imitando a otros animales, a descubrir que el entorno vegetal que les alimentaba poseía también propiedades que aliviaban su dolor y curaban sus heridas.
Probando y desechando aprendieron a conocer las plantas que calmaban el dolor que producía una laceración, o el ardor de la irritación que le producía el contacto con las hojas tóxicas de otra.
Por estas primeras prácticas empíricas conocieron los frutos, plantas y raíces que eran buenas para alimentarlos y cuidar sus dolencias; también las dañinas, que debieron haber ocasionado en ellos efectos devastadores.

Con el transcurso del tiempo estos conocimientos fueron trasmitiéndose generacionalmente convirtiéndose en el legado de su memoria genética, con el paulatino desarrollo de la inteligencia comenzaron a concebir concepciones místicas para explicar las causas de otros males que afectaban su salud, enfermedades que no conocían y casi siempre conducían a la incapacitación o la muerte.
Para los primeros humanos, el desconocimiento de todo lo que les rodeaba, de todos los eventos que incidían en ellos, la salida del sol, la luna, la noche, las estrellas, la lluvia, las tormentas, los rayos, cataclismos geológicos y otros sucesos sorpresivos debieron obligarlos a buscar respuesta en concepciones sobrenaturales; por las imágenes oníricas, que menos podrían explicarse, de ascendientes o contemporáneos fallecidos, incluso de bestias amenazantes, tuvieron que inventarse un lugar habitado por entidades invisibles que influían negativa o positivamente en su existencia.
Habiéndose creado este mundo paralelo era entonces inevitable que a estas entidades sobrenaturales se le adjudicaran nombres, y para poder invocarlas e intercedieran ante ellas surgieran otras con el poder para hacerlo; magos, brujos, hechiceros, chamanes y sacerdotes; todos responsables de deshacer los encantamientos, hechizos, castigos divinos y expulsiones de posesiones demoníacas que podían padecer los enfermos.
Por los análisis de restos óseos encontrados en casi todas las regiones del planeta se han podido conocer algunas de las enfermedades que padecieron nuestros antepasados prehistóricos, así como muchos de los medios y métodos utilizados para tratarlas. Entre sus dolencias, incluyendo contusiones y fracturas, se han encontrado claras evidencias de enfermedades dentarias, parasitarias, infectocontagiosas como la tuberculosis y degenerativas como la artritis y la artrosis; también posibles neoplasias malignas.
Realmente no conocemos que herbolaria medicinal pudo haberse utilizado en los lejanos tiempos prehistóricos, pero, la documentación existente sobre los utilizados en el período neolítico hace suponer que muchos pudieron haber sido heredados del paleolítico. Es cierto que una gran cantidad de ellos poseían propiedades tóxicas que producían efectos alucinógenos, pero cierto también que, utilizados en dosis apropiadas, resultarían eficaces para mitigar dolores y curar infecciones.
Las evidencias encontradas de plantas venenosas y psicotrópicas utilizadas en el paleolítico permiten suponer también que en ese período pudieron haberse desarrollados conocimientos apropiados para su utilización.
Entre la herbolaria se encuentran la «Adormidera», usada como calmante y tranquilizante, la “camomila”, utilizada para aliviar las afecciones de los órganos del aparato digestivo, la “aquilea”, para curar heridas y detener hemorragias, el “cáñamo”, droga psicotrópica, posiblemente utilizada como relajantes y alucinógeno en rituales mágicos.
Aunque el mayor desarrollo de la cirugía se produjo hace unos 7,000 años, durante el período Neolítico de África y Europa, también se han encontrado pruebas de trepanaciones craneales realizadas en la América precolombina, y aún muchos más antiguas y distantes como refiere la revista ‘Nature’ en un artículo publicado el 07 de septiembre de 2022 bajo el título “Surgical amputation of a limb 31,000 years ago in Borneo”. El artículo describe la amputación quirúrgica de un tercio de la parte inferior de la pierna izquierda realizada a un hombre joven hace aproximadamente 31,000 años en Borneo. Las técnicas quirúrgicas de trepanación utilizadas en la antigüedad se realizaban por “raspado”, el método más antiguo, o por incisiones segmentadas ovaladas y circulares, en ocasiones por una serie de agujeros alineados. Pudiera decirse que los métodos de trepanaciones realizados por raspado o perforaciones circulares proporcionaban resultados más positivos.
Algunas expresiones del arte rupestre prehistórico muestran numerosas pinturas de manos con dedos amputados. Los hallazgos arqueológicos realizados en cavernas ubicadas en casi todas las partes de mundo hacen suponer que la amputaciones pudieran constituir una alegoría a algún tipo de ritual mágico. Aunque también pudieran haber sido otras las causas, resultan extrañas la coincidencias de que pinturas semejantes hayan sido encontradas en distintos países.
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