Ambrosio Paré

Antecedentes
El Dr. Max Neuburger, dividía la medicina medieval en cuatro períodos; el monástico comprendido entre los siglos V y X; el salernitano, cuyo progreso iluminó los siglos XI y XII; el de la ilustración temporal, en el que la cultura árabe se insertó en Occidente durante en el siglo XIII; y el período del prerrenacimiento (siglo XIV), en el las luces comenzaron a disipar la Edad Sombría, iniciada con la caída del imperio romano, durante el cual el occidente europeo pasó por un lento período de destrucción material y de decadencia intelectual. Cuando la cultura del cristianismo se impuso, el latín se convirtió en el lenguaje oficial de la Iglesia y su influencia se hizo evidente. únicamente se leían las traducciones latinas de los autores griegos.
Protegidas las obras traducidas por la Iglesia, los conocimientos, las ciencias y las enseñanzas se encontraban entonces en su seno.

Así comenzó el período de la medicina monástica, la cual es digna de alabanza por conservar los restos de la literatura antigua y las tradiciones de una práctica racional, pero aumentó el culto a la curación por medio de la fe, una especie de terapéutica teúrgica, en la implícita creencia de lo milagroso como poder curativo. El auxilio sobrenatural era más apreciado que el arte médico, a pesar de su particular impotencia ante el azote de las grandes epidemias. La medicina occidental, al contrario que la de Bizancio y la del Islam, comenzó a decaer paulatinamente para parecerse más a la rudimentaria del hombre primitivo.

El principal interés del período medieval por los cuidados de la salud no residía en la medicina interna, considerando incluso lo poco valioso que hubiera en ella, sino en el gradual desarrollo de la cirugía propiciado por sus seguidores, en ocasiones, obscuros discípulos del arte quirúrgico, ″los barberos cirujanos″. Éstos estaban supeditados a la hermandad religiosa de San Cosme y debían usar una túnica corta para poder ser diferenciados de los cirujanos clericales, que usaban una túnica larga.

Así como los médicos consideraban desdeñosamente a los cirujanos, los cirujanos clericales desdeñaban a los cirujanos barberos. Las continuas disputas entre San Cosme, la Facultad de Medicina de París y los cirujanos barberos obstaculizaban el progreso de la cirugía. No obstante, antes de que esta rivalidad terminara definitivamente con la fundación, en 1731, de la Real Academia de Cirugía. Como una ironía histórica, fue precisamente un humilde cirujano barbero, que solo hablaba francés, quien devendría con el transcurrir del tiempo en el cirujano de cuatro reyes franceses. Nota: No debe confundirse la ″Real Academia de Cirugía ″con la Academia Nacional de Cirugía, fundada en 1843.

Sobre Ambroise Paré
El progreso del arte quirúrgico hasta su estado moderno ha requerido el genio y la influencia personal de los tres más grandes cirujanos de la Historia medieval, Ambrosio Paré, John Hunter y Lord Lister. La personalidad de Paré, dice Fielding H. Garrison, puede ubicarse entre sus dos equivalentes quirúrgicos, el rudo y áspero hablador Hunter y el refinado y dueño de sí Lister, un hombre de comportamiento igual en el hogar, en los rigores de la vida de campaña y en los resbaladizos salones de la Corte.

Paré llegó a París 1529 con el propósito de ser aceptado en el Hotel Dieu como aprendiz de cirujano-barbero. En 1537 fue contratado como cirujano militar del ejército francés, destinado inmediatamente a los campos de batalla donde, por su valor, habilidad y su sentido común, se convirtió en el cirujano más importante de su época, no obstante ser rechazado por el Colegio de San Cosme, y ridiculizado como un advenedizo a causa de no saber latín y solo poder comunicarse en francés.
Por esta real, o circunstancial deficiencia, pudo posteriormente hacer más accesible a los cirujanos la obra más conocida de Vesalio: de ″Corporis humani fabrica″. Igual que Vesalio y Paracelso, Paré no ha vaciló en echar a un lado la ignorancia o la superstición cuando las encontraba en su camino.

Uno de los más importantes servicios prestados por Paré en el campo de batalla se encuentra relacionado con la equivocación de un aforismo hipocrático: «las enfermedades no curables por el hierro se curan con el fuego», refiriéndose al tratamiento de las heridas producida por las armas de fuego, un nuevo campo de actividad quirúrgica del de la época. Giovanni di Vigo (1460-1520), médico del papa Julio II, también enseñaba que las heridas de bala, emponzoñadas por la pólvora, debían ser tratadas con una primera cura de aceite hirviendo.
Aparentemente la equivocación de ambas prácticas fue demostrada por Paré al terminar una batalla nocturna que produjo muchos heridos. La atención a ellos había agotado el aceite, y la necesidad de calmar el dolor de las heridas era tan importante como curarlas. Recurrió entonces a una pomada preparada por él con con yema de huevo, aceite de rosas y trementina.  Al día siguiente comprobó el efecto benéfico de la misma. Había cesado el dolor de los soldados, no tenían fiebre, y no había inflamación en las zonas afectadas. El estado de sus pacientes era mucho mejor que el de los que fueron tratados con aceite. A él se le atribuye la Frase ″Yo lo vendé, Dios lo curó″.

Paré inventó instrumentos quirúrgicos, realizó amputaciones, reintrodujo las ligaduras de las arterias que habían caído en el olvido desde los tiempos de Celso, fue el primero en popularizar el uso del braguero en la hernia, término con la práctica de los cirujanos ambulantes de castrar a los enfermos en la operación de la herniotomía (12); introdujo el masaje, los miembros artificiales, e hizo la primer desarticulación del codo (1536).
Describió la fractura del cuello del fémur y la estranguria producida por la hipertrofia de la próstata, fue el primero en señalar la sífilis como causa de los aneurismas. Como ha dicho el doctor Howard A. Kelly (2), es muy probable también que haya sido el primero en señalar a las moscas como posibles transmisoras de enfermedades infecciosas. En Obstetricia, su descripción y modo de realizar la versión podálica ha hecho este procedimiento viable y practicable, y ha tenido además el valor de provocar el parto artificial en los casos de hemorragias uterinas. En Odontología introdujo la implantación de dientes, y su pequeño tratado de jurisprudencia médica (1575) puede considerarse como la primer obra de la materia.

Paré fue un escritor de verbosidad algo exagerada, algunas veces obscuro, y, como otras celebridades médicas de su época, de espíritu no siempre libre de ″la vanidad de la autorreferencia que acompaña a las grandes y hasta a las pequeñas reputaciones″. Sus múltiples referencias a Hipócrates y a otros autores de la antigüedad nos inducen a suponer que empleaba un secretario, o ayudante, para embellecer sus escritos; dado su nivel cultural, más allá del obtenido durante sus estudios relacionados con la medicina y cirugía, o posibles eventuales lecturas en francés. No obstante, estos criterios no tratan de disminuir, como lo hacía la envidia de entonces, su trabajo profesional.

Ambrosio Paré, reconocido como padre de la cirugía medieval, nació en 1510 en Laval, Francia. Falleció el 20 de diciembre de 1590 en París.
Desde de 1552 estuvo al servicio de cuatro reyes de Francia: Enrique II, Francisco II, Carlos IX y Enrique III.