Dra. Maria E. Zakrzewska

Leyendo su autografía es como realmente podemos conocer como transcurrió su infancia, el ámbito familiar y social en que se desarrollaron sus primeros años de vida, su primera etapa escolar, su adolescencia, su pasión por los estudios, y la percepción de la joven mujer que comprendía que solo esforzándose al máximo podría realizar sus sueños, no desafiando las costumbres de la época con enfrentamientos personales para defender sus derechos a estudiar y compartir los beneficios académicos que reclamaban los hombres como propios, sino con los conocimientos que emanaban de sus de sus estudios, adquiridos en las aulas y en los interminables períodos de lecturas que ampliaban singularmente su cultura, interrumpidos únicamente por la obligación de aprender las tareas domésticas que debían realizar las adolescentes de la época.

Dra. Maria E. Zakrzewska

«A woman’s quest» («La búsqueda de una mujer») Editado por Agnes C. Vietor, MD.

 

Su precoz interés por la medicina
La formación de las parteras en Berlín exigía un curso de dos años, de los cuales, los últimos seis meses, debían completarse en un hospital, instruidas por los médicos y sus estudiantes varones. En el verano de 1840, cuando la madre de María terminaba sus estudios para ejercer como partera, supo que su hija había contraído un infección en los ojos que le impedía leer y escribir. Solicitó entonces al director del hospital permiso para que la niña pudiera quedarse con ella, mientras su afección ocular fuera tratada. Obtuvo el permiso y pronto el médico que comenzó a atenderla, el Dr. Müller, se encariño con la pequeña, convirtiéndola en su paciente favorita. Le llamaba «su doctorcita ciega», y permitía que le acompañara en sus recorridos por el hospital. Ya restablecida su vista María pidió al médico un libro para leer y este le prestó dos: «La historia de la obstetricia» y «La historia de la cirugía» que, por encontrarse de vacaciones, leyó en seis semanas. Según su propio relato, María cuenta que «su interés por el estudio de la medicina databa de esa época».

Tenía entonces 11 años. Transcurrirían 16 más para graduarse como médico en Estados Unidos.
[«A woman’s quest», cap III, §17-19]

Formación como obstetra
Después de muchos esfuerzos, superando obstáculos y negativas para ser admitida en la escuela de obstetricia, en  la cuál había estudiado su madre, logró no solo ser aceptada como estudiante sino también graduarse  y posteriormente ser nombrada su directora, debido a la insistencia  del Dr. Schmidt que consideraba era ella la más capacitada  para sustituirlo en el cargo que él ostentaba. Lamentablemente el mismo día que obtuvo el título de directora de la escuela falleció su mentor y defensor de sus méritos, quién como antes lo hizo el doctor Dr. Müller, reconoció en ellas las cualidades que merecían su ayuda y respaldo.
Con la muerte del Dr. Schmidt comenzaron los meses convulsos en que se cuestionaban sus méritos y sus derechos para ejercer el cargo de directora, la envidia solapada, las ambiciones personales de unos y otros se encargan de obstaculizar su trabajo, forzándola a renunciar después de seis meses de lucha contra animosidades e intrigas incesantes que ignoraban su continuo éxito profesional con los pacientes y estudiantes, tanto hombres como mujeres. Esta situación, más el recuerdo de un informe que recibió el doctor Schmidt proveniente del Colegio Médico Femenino de Pensilvania, Filadelfia, y del comentario que sobre él hizo,  motivó que analizara la posibilidad de emigrar a Estados Unidos y, posiblemente, a tomar la decisión de hacerlo. Con este propósito recurrió al Dr. Müller, quien había sido designado para supervisar la instrucción teórica de los estudios de obstetricia, y al Dr. Ebert, responsable de la práctica. Ellos le proporcionaron los certificados que la acreditaban como obstetra. Luego obtuvo el certificado del director Horn y los llevó al encargado de negocios americano (Theodore S. Fay) para que fueran legalizados, de modo que les fueran de utilidad en América.

«El abajo firmante, Secretario de la Legación de los Estados Unidos de América, certifica que la señorita María Elizabeth Zakrzewska le ha mostrado muy buenas recomendaciones de las más altas autoridades profesionales de Prusia, como una partera científica, práctica, experimentada y de talento y habilidad inusuales. Ella ha sido partera principal en el Hospital Real de Berlín y posee un certificado de su superioridad de la Junta Directiva de esa institución. No solo ha manifestado un gran talento como practicante sino también como maestra; y disfruta de la ventaja de un carácter privado moral e irreprochable. Ella ha alcanzado este alto rango sobre muchas competidoras femeninas en la misma rama; hay más de cincuenta en la ciudad de Berlín, que amenazan con monopolizar el arte obstétrico con su reconocida excelencia»

Theodore S. Fay

Estados Unidos
El 22 de mayo de 1853, cuarenta y siete días después de zarpar del Puerto de Hamburgo María arribó a Nueva York. Tenía entonces veinticuatro años. Llegaba acompañada por Anna, su hermana menor y por sus sueños.
Asombrada comienza a experimentar sus primeras impresiones sobre la ciudad y pronto, a reconocer que no le será fácil satisfacer sus anhelos. Por su desconocimiento del inglés comprende que debe posponer su viaje al Colegio Médico Femenino de Pensilvania, también que no dispone de suficientes recursos económicos para cubrir las necesidades de su hermana y ella. Comienza entonces trabajar como ama de casa en un pequeño apartamento. Atónita escucha que las “médicas” no tienen prestigio profesional en Nueva York. Trata entonces de abrir un consultorio privado, como lo había en Berlín. Mientras espera por pacientes decide invertir los exiguos recursos que posee en crear un negocio de confección de elegantes prendas de lana, al tiempo que Anna trabaja como una modista. El negocio prospera y les permite vivir decorosamente. Un año después conoce a la Dra. Elizabeth Blackwell y renacen sus esperanzas.

En la mañana del 15 de mayo de 1854, el aniversario de la muerte del doctor Schmidt, «el día de mi mayor alegría y de mi mayor desdicha»–cuenta en su autobiografía– conocí a la Dra. Blackwell. «Desde esa fecha– prosigue contando –data mi nueva vida en América».
Sorprendida y satisfecha de saber que Elizabeth hablaba suficiente alemán para entenderla le mostró los certificados que había traído para que los inspeccionara, pero no le dijo nada sobre sus pretensiones de abrir un hospital para mujeres por considerar que pudieran parecer ridículas sus ideas, prefirió en ese momento esperanzador decirle que estaría dispuesta a aceptar un puesto de enfermera en un hospital para aprender cómo era el funcionamiento de ellos.
La reacción de la Dra. Blackwell fue aún más desconcertante, no terminaba de comprender como se interesaba tanto en ella, como se lo demostró contándole sus experiencias y vicisitudes para adquirir su educación médica, sobre los requisitos necesarios para hacerlo, y los obstáculos que se interponen en el camino de las mujeres que aspiran a estudiar y practicar medicina en Estados Unidos. Cuando le contó sobre su plan de crear un Hospital, que dos semanas antes había abierto un dispensario, el «Hospital de Mujeres y Niños de Nueva York», destinado a que fuera el núcleo del hospital, la sorprendió gratamente. Era el mismo concepto que ella había concebido para establecer en Berlín.
Cuando la invitó a formar parte del proyecto, prometiéndole ayudarla, la aturdió. Después de varias horas de conversación se despidió de su nueva amiga, consciente de que debía cumplir con una obligación fundamental para poder estudiar medicina, aprender inglés. Para que comenzara a hacerlo Elizabeth se comprometió a darle clases dos veces por semana, para que estudiara le prometió también que haría gestiones para que pudiera ingresar en una universidad.

[«A woman’s quest», Cap XII, §109-110]

Apoyada por la Dra. Elizabeth Blackwell se inscribió en el Western Reserve College de Cleveland en 1854, una tradicional escuela de medicina para hombres, que solo admitió seis mujeres en la década de 1850. En 1856 se graduó como doctora en medicina (MD). Inmediatamente se incorporó al proyecto de Elizabeth y Emily Blackwell, para el establecimiento del «New York Infirmary for Women and Children» (Hospital de Mujeres y Niños de Nueva York), convirtiéndose en una de sus principales colaboradoras y recaudadoras de fondos. Posteriormente ejerció como médica residente y Gerente General entre los años 1857 y 1859, año en que se trasladó a Boston, Massachusetts, para ejercer como profesora de Obstetricia en el «New England Female Medical College»(«Facultad de Medicina Femenina de Nueva Inglaterra»). En 1862, habiendo comprendido que sus estudiantes experimentaban las mismas dificultades que habían motivado la fundación del New York Infirmary, y por desacuerdos sobre los planes de estudios con Samuel Gregory, el fundador de la Facultad de Medicina Femenina de Nueva Inglaterra, quien concebía la universidad simplemente como un curso de formación para parteras, renunció.

Ese mismo año, el 1° de julio de 1862, fundó con Ednah Dow Cheney el «New England Hospital for Women and Children («Hospital de Nueva Inglaterra para Mujeres y Niños»), que durante más de un siglo fue un hospital universitario en el que las médicas y enfermeras podían estudiar y ejercer como tales, y las mujeres ser atendidas por mujeres. María Consideraba moralmente repugnante la idea de que los médicos varones asistieran al parto. Fue el primer hospital de Boston en ofrecer obstetricia, ginecología y pediatría en un mismo centro. La creación del hospital surgió de la idea de María Zakrzewska, pero su fundación, en gran medida se debió también al apoyo recibido de las mujeres más influyentes en Boston.

Resumen
El destino entrelazó la vida de tres singulares mujeres que trabajaron juntas para crear el primer hospital de «mujeres y para mujeres» de la historia, dos de origen británico y otra alemana, de origen polaco. La Dra. Elizabeth Blackwell, la primera mujer en obtener un titulo de medicina en Estados Unidos, seguida por su hermana Emily, también graduada como médica y, posteriormente, por María Zakrzewska, una obstetra graduada en el hospital Royal Charité de Berlín, que llegó a Nueva York sin saber inglés, solo con sueños y una precaria economía. Las hermanas Blackwell, especialmente Elizabeth, desde que conoció a la joven alemana la invitó a formar parte del proyecto de fundación del New York Infirmary for Women and Children, no escatimó esfuerzos para apoyarla y sus esfuerzos fueron recompensados con el arduo trabajo y absoluta cooperación en la creación del «New York Infirmary for Women and Children», compartiendo todas las responsabilidades que el hospital requería junto a ella y la Dra. Emily.

Posteriormente María, como antes Elizabeth, continuó la persecución de sus sueños, que logró realizar cuando fundó el New England Hospital for Women and Children, después de intentar  de desarrollar el Departamento Clínico del New England Female Medical College.

Nombre: María Elizabeth Zakrzewska
Nació: 6 de septiembre de 1829
Falleció: 12 de mayo de 1902 en Boston, Massachusetts
Ciudadanía: Alemana – Norteamericana
Era la hermana mayor de seis hijos del
matrimonio de Ludwig Martin Zakrzewski y
Caroline Fredericke Wilhelmina Urban,
ambos ciudadanos alemanes de origen polaco
establecidos en Berlín.

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