Edward Jenner

Para hablar del trabajo de Jenner comenzamos citando la carta que escribe a un amigo contándole sobre el progreso de sus investigaciones sobre la viruela vacuna, pero antes recordemos que la temida viruela que afecta exclusivamente a los humanos es producida por el Variola virus, que se supone surgió hace unos 10,000 años a.C. El Variola virus se clasifica en dos tipos, variola mayor y variola menor, siendo la variola mayor la que más muertes causaba. Decimos causaba porque la viruela se considera erradicada desde 1980. La causa de su erradicación se encuentra directamente asociada a la Variolae vaccinae, y ésta a Jenner.
El término ″vacuna″ fue acuñado por Jenner para referirse al método de inmunización contra la viruela humana. El vocablo, proveniente de latín ″vaccinus″ (vaca) ha continuado utilizándose para referirse a las diferentes clases de vacunas existentes

 «Mi querido amigo, 
En la era actual de la investigación científica, es notable que una enfermedad de naturaleza tan peculiar como la viruela vacuna, que ha aparecido en este condado y algunos de los condados vecinos durante tantos años, haya pasado desapercibida durante tanto tiempo. Considerando que las ideas predominantes sobre el tema, tanto entre los profesionales como entre otros, son extremadamente vagas e indeterminadas, y considerando que los hechos podrían aparecer… A la vez curiosa y útil, he iniciado una investigación tan estricta sobre las causas y efectos de esta singular enfermedad como lo permitieran las circunstancias locales.
Son fruto de ello las páginas que a continuación le dedico, con el más afectuoso afecto».

Su sincero amigo,
Edward Jenner.
Berkeley, Gloucestershire,
21 de junio de 1798.

″Existe una enfermedad a la que el caballo, debido a su estado de domesticación, es frecuentemente propenso. Los herradores la han llamado la Grasa . Se trata de una inflamación e hinchazón en el talón, de la cual emana una sustancia con propiedades muy peculiares, que parece capaz de generar una enfermedad en el cuerpo humano (después de haber sufrido la modificación que mencionaré a continuación), tan similar a la viruela, que creo que es muy probable que sea el origen de dicha enfermedad.

 

En esta región lechera se cría una gran cantidad de vacas, y la tarea de ordeñarla la realizan indistintamente hombres y sirvientas. Uno de los primeros, encargado de aplicar vendajes en los talones de un caballo afectado por la grasa , y sin prestar la debida atención a la limpieza, participa imprudentemente en el ordeño de las vacas, con algunas partículas de la materia infecciosa adheridas a sus dedos. En este caso, es común que se transmita una enfermedad a las vacas, y de estas a las lecheras, propagándose por la granja hasta que la mayoría del ganado y los animales domésticos sufren sus desagradables consecuencias. Esta enfermedad ha recibido el nombre de viruela vacuna. Aparece en los pezones de las vacas en forma de pústulas irregulares. Al principio, suelen ser de un azul pálido, o más bien de un color casi lívido, y están rodeadas de una inflamación erisipelatosa. Estas pústulas, a menos que se aplique un remedio oportuno, con frecuencia degeneran en úlceras fagedénicas (corrosivas), que resultan extremadamente molestas. Los animales se indisponen y la secreción de leche disminuye considerablemente. Empiezan a aparecer manchas inflamadas en diferentes partes de las manos de los trabajadores domésticos que ordeñan, y a veces en las muñecas, que rápidamente supuran, adoptando primero la apariencia de las pequeñas vesículas producidas por una quemadura. Suelen aparecer alrededor de las articulaciones de los dedos y en sus extremidades; pero, independientemente de la zona afectada, si la situación lo permite, estas supuraciones superficiales adquieren forma circular, con los bordes más elevados que el centro, y de un color que se acerca vagamente al azul. Se produce absorción y aparecen tumores en cada axila. El sistema se ve afectado: el pulso se acelera y se presentan escalofríos. Se presenta seguida de calor, con lasitud general y dolores en la zona lumbar y las extremidades, con vómitos. La cabeza duele y, ocasionalmente, el paciente incluso sufre delirio. Estos síntomas, con intensidad variable, generalmente duran de uno a tres o cuatro días, dejando llagas ulceradas en las manos que, debido a la sensibilidad de las partes, son muy molestas y suelen sanar lentamente, volviéndose con frecuencia fagedénicas, como aquellas de donde surgieron. Los labios, las fosas nasales, los párpados y otras partes del cuerpo a veces se ven afectados por llagas; pero estas evidentemente surgen de su Se frotó o rascó descuidadamente con los dedos infectados del paciente. No se han presentado erupciones cutáneas tras la disminución de los síntomas febriles en ningún caso que estuvieron bajo mi inspección, solo uno se exceptuó, y en este caso aparecieron muy pocos en los brazos: eran muy diminutos, de un color rojo vivo, y pronto desaparecieron sin avanzar a la maduración, de modo que no puedo determinar si tenían alguna conexión con los síntomas precedentes.

Así, la enfermedad avanza desde el caballo hasta el pezón de la vaca, y desde la vaca hasta el sujeto humano.

La materia mórbida de varios tipos, cuando es absorbida por el sistema, puede producir efectos en algún grado similares; pero lo que hace que el virus de la viruela vacuna sea tan extremadamente singular es que la persona que ha sido afectada está a salvo para siempre de la infección de la viruela; ni la exposición a los diversos efluvios ni la inserción de la materia en la piel producen esta enfermedad.

En apoyo de este extraordinario hecho expongo a mi lector un gran número de ejemplos″.

An Inquiry into the Causes and Effects of the Variolae Vaccinae,
a Disease Known by the Name of Cow Pox.
″Investigaciones acerca de las causas y efectos de las vacunas
de la viruela una enfermedad conocida como Viruela vacuna, por Edward Jenner, 1798″.

Este libro fue dedicado a su amigo de infancia y compañero de la escuela primaria Caleb Hillier Parry 1. Ambos se convirtieron en médicos que hablaron, escribieron y colaboraron en algunos de los mismos temas, entre ellos, la vacunación y la cardiología. Siempre fueron amigos. Cuando Parry, murió seis años después de sufrir un derrame cerebral paralítico, Jenner fue uno de los portadores del féretro. Jenner murió al año siguiente, el 26 de enero de 1823 un día después de sufrir también un aparente derrame cerebral

Resumen de las investigaciones realizadas por Jenner
En la obra citada arriba, Jenner presenta veintitrés casos con el resultado de sus investigaciones, obtenido a través de las pruebas de inoculación (″vacunación″) realizadas en sujetos de distintas edades y sexos.
En sus conclusiones presentadas en su libro expresa:
″Aunque supongo que podría ser innecesario presentar más testimonios que respalden mi afirmación de que la viruela vacuna protege la constitución humana de la infección de la viruela, me satisface enormemente decir que Lord Somerville, presidente de la Junta de Agricultura, a quien Sir Joseph Banks mostró este documento, ha comprobado, tras una investigación, que las declaraciones fueron confirmadas por el testimonio concurrente del Sr. Dolland, cirujano residente en una zona lechera alejada de esta, donde se realizaron estas observaciones″.

Educación e investigaciones

Jenner nació en 1749 en Berkeley, Gloucestershire, Inglaterra. Recibió su primera educación en Wotton-under-Edge y posteriormente en Cirencester, la antigua ciudad romana de Gloucestershire. Si bien adquirió un buen conocimiento práctico de los clásicos, desde muy pequeño se interesó por la historia natural. Las horas que otros niños dedicaban a jugar, él las dedicaba a buscar fósiles u otras curiosidades naturales de su interés.

Después de finalizar su educación primaria, a los 14 años, continúo sus estudios como  aprendiz de Daniel Ludlow2, un cirujano de  Chipping Sodbury, en Gloucestershire. Al finalizar su aprendizaje se trasladó a Londres y se convirtió en alumno interno de John Hunter3, llegando ser considerado como su estudiante predilecto. Tenía entonces veintiún años y Hunter cuarenta y dos. Hunter no impartía conferencias pero había era un distinguido cirujano del Hospital St. George.  La inspiración del genio original de Hunter significó mucho para el joven Jenner. Aprendió no solo a respetar al maestro, sino también a amarlo. El insaciable deseo de Hunter por el conocimiento, y su amor por la verdad, era muy similar al de Jenner, quien era, ante todo, un investigador.

Debido a la amistad surgida entre ambos, Hunter le aconsejaba no aceptar nada como autoridad, sino comprobarlo todo mediante la observación real y, sobre todo, no teorizar cuando no contaba con los datos necesarios para llegar a conclusiones seguras. Este consejo parece haber influido en su capacidad de esperar a que el resultado de sus investigaciones fuera evidente, convirtiendo la madurez de esta criterio en un modelo a seguir.

Después de completar  dos años de trabajo con Hunter, mantuvo una estrecha relación epistolar con él. Aunque  la correspondencia de Jenner fue muy extensa, sus cartas a Hunter se conservaron siempre con sumo cuidado en una funda especial, y sirven para demostrar lo estimulante que debió ser para el joven el entusiasmo viril de Hunter por la verdad, tal como podía deducirse mediante la observación y la experimentación.
Fue a Hunter a quien Jenner  escribió una vez dieciéndole que había oído decir en Gloucestershire que los trabajadores lecheros que padecían una enfermedad transmitida por las ubres de las vacas, llamada viruela vacuna, quedaban protegidos contra este mal. Añadió que esos comentarios le habían hecho reflexionar sobre el tema. «No pienses», le contestó Hunter, «observa, investiga por ti mismo la veracidad de lo que se cuenta». Jenner así lo hizo, y el resultado ya es conocido por todos.

Las cartas contenían muchas otras sugerencias interesantes. Por ejemplo, bajo la dirección de Hunter, Jenner logró descubrir que en los animales que hibernan la temperatura es muy baja y la respiración muy lenta, mientras que la frecuencia y la fuerza del pulso suelen estar tan disminuidas que apenas son perceptibles en las extremidades. Entre Hunter y Jenner ya se había descubierto que la savia de los árboles no se congela a temperaturas mucho más bajas que la temperatura a la que se congela el mismo fluido al extraerlo del árbol, y lo mismo parecía ocurrir con la sangre de los animales que hibernan . Aprendió que, a pesar de la baja temperatura a la que se reduce, los animales no se ven particularmente afectados por el frío, aunque sus reservas de grasa se agotan y se despiertan con mucha hambre en primavera.
Sin embargo, no debe suponerse que el joven Jenner estuviera completamente ocupado con su trabajo científico, excluyendo la vida social y la recreación. Era uno de los hombres más conocidos del condado, y se le consideraba un compañero afable, del que se podía esperar en casi cualquier ocasión bromas y epigramas agradables, no demasiado mordaces, dirigidos a amigos y conocidos. Algunos de estos se han conservado, y citamos varios como indicios de su peculiar humor.

  • An Inquiry into the Causes and Effects of the Variolae Vaccinae,
    a Disease Known by the Name of Cow Pox.
    by Edward Jenner, M.D
    London:
    PRINTED, FOR THE AUTHOR,
    BY SAMPSON LOW, N°. 7, BERWICK STREET, SOHO:
    AND SOLD BY LAW, AVE-MARIA LANE; AND MURRAY AND HIGHLEY, FLEET STREET.
    1798.
  • Dr. William Osler, ″La evolución de la medicina moderna″Capítulo V, El auge y desarrollo de la medicina moderna

1 Caleb Hillier Parry
2 Daniel Ludlow
3 John Hunter