Escuela de Alejandría

En el año 333 a.C. Alejandro Magno rey de Macedonia y regente de Grecia, con el apoyo de las antiguas colonias griegas establecidas en la costa occidental de la península de Anatolia, actualmente territorio asiático de Turquía, decidido a enfrentar el poderío persa que dominaba todo el territorio que comprenden hoy los territorios de los actuales estados de Irán, Irak, Turkmenistán, Afganistán, Uzbekistán, Turquía, Rusia, Chipre, Siria, Líbano, Israel, Palestina, Grecia, Bulgaria, Ucrania, Rumanía, Arabia Saudí, India, Jordania y Egipto, vence al rey Darío III en la batalla de Issos. Su triunfo puso fin al dominio persa sobre Egipto, y como libertador es aclamado por los egipcios que poco después lo nombran faraón. En el 331 funda Alejandría, la ciudad con la que había soñado para que fuera capital de su imperio, pero permanece poco tiempo en ella. En 323 muere en Babilonia. Después de su muerte Ptolomeo I, uno de sus generales, asume el poder como gobernador egipcio iniciando la dinastía ptolomeica que finaliza con la muerte de Cleopatra VII, su última descendiente.

Después de que la antigua cultura egipcia asombrara a griegos y mesopotámicos, el esplendor de la antigua Alejandría se convertiría en leyenda. Durante el gobierno de los primeros ptolomeos se construyó el «Museion» y la  más importante biblioteca del mundo antiguo.
El «Museion», erigido en honor de las musas griegas, inspiradoras de poetas, hombres de letras, científicos y filósofos, fue concebido como un centro académico para estudios de matemáticas, geometría, historia, filosofía, medicina, etc.

El crecimiento y fama de la escuela de medicina alejandrina, fundada aproximadamente en el año 300 a.C, es el que marca el predominio de la medicina helenística. Según algunos historiadores, ella era realmente una escuela de medicina en pleno funcionamiento, con amplios laboratorios, bibliotecas y clínicas. En ella por primera vez el estudio de la estructura del cuerpo humano alcanzó su pleno desarrollo, al permitir los ptolomeos la realización de disecciones humanas, hasta entonces impedidas en todas partes por prejuicios religiosos. Entre los que en ella estudiaron se destacaron principalmente Herófilo, Erasístrato y Galeno.

Herófilo, a quien Vesalio llamó «guía de los anatomistas», es recordado todavía en las aulas médicas por el epónimo torcular Herophili.        «El término es utilizado para referirse a la confluencia de los senos nasales. Aunque no existen escritos originales de Herófilo, sus logros y descripciones perviven en los escritos de autores como Galeno. Sin embargo, con respecto a los Herophili torculares, existen algunas inconsistencias en las fuentes secundarias y sus traducciones con respecto a lo que realmente describió originalmente Herófilo. Aquí repasamos la historia del término torcular Herophili, que se utiliza con tanta frecuencia en la medicina clínica».1

Cita de:
McCormack IG, Neumann PE, Tubbs RS. Torcular Herophili: A Review of the History of the Term and Synonyms. World Neurosurg. 2022 Mar;159:120-125. doi: 10.1016/j.wneu.2021.12.104. Epub 2021 Dec 31. PMID: 34979284.
1 https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34979284/

La anatomía prácticamente data de estos alejandrinos, quienes describieron las válvulas del corazón, el duodeno y muchas de las partes importantes del cerebro; reconocieron el verdadero significado de los nervios (que antes de su época se habían confundido con los tendones), distinguieron entre nervios motores y sensoriales, y consideraron el cerebro como la sede de las facultades perceptivas y de la acción voluntaria.

Herófilo contó el pulso, utilizando para ello el reloj de agua, e hizo muchos análisis sutiles de su frecuencia y ritmo; e, influenciado por las teorías musicales de la época, desarrolló una tradición de pulso rítmico que continuó en la medicina hasta tiempos recientes. Era un hábil practicante y se le atribuye la afirmación de que las drogas son manos de los dioses. Hay un tono muy moderno en su frase tan citada de que el mejor médico es el hombre que es capaz de distinguir entre lo posible y lo imposible.

Erasístrato, contemporáneo de Herófilo y comprometido como él en establecer en Alejandría una gran escuela de medicina anatómica y clínica, dedicó también su atención a las investigaciones anatómicas y fisiológicas. Evidentemente ambos se dieron cuenta de lo importante que era para la medicina, si querían lograr un avance sustancial más allá del punto al que la habían llevado Hipócrates y sus seguidores, poseer una comprensión más completa de la estructura y el funcionamiento del cuerpo humano. Sus esfuerzos en este empeño se vieron favorecidos por la determinación de los ptolomeos de proporcionar a estos dos investigadores los recursos necesarios para realizar disecciones humanas.                                                                                                                                                                                                                      En lo que respecta al tratamiento de las enfermedades, Erasístrato sostenía ciertas opiniones que discrepaban decididamente de las sostenidas por la mayoría de sus asociados. Así, por ejemplo, Estratón, distinguido discípulo de este maestro, lo elogia por haber desterrado la sangría de la lista de medidas curativas, y añade que puede atestiguar que Erasístrato había curado, por otros medios, todas las enfermedades en las que los antiguos empleaban comúnmente la sangría como principal agente curativo.