Escuela de Medicina de Salerno

La vocación médica de estudiantes y profesores no terminó en la escuela de Alejandría, continuó en Italia, donde las luces del saber antiguo iluminaron la ciudad de Salerno, la «Civitas Hipocrática».

El surgimiento de los hospitales y su utilización como centros de formación clínica marcó un hito significativo en la historia de la medicina medieval, pero no impidió que muchos médicos, y ávidos estudiantes que deseaban serlo, viajaran desde Francia, Alemania e Inglaterra hasta Salerno.
A unas treinta millas al sureste de Nápoles, se fundó la escuela de medicina que durante siglos mantuvo encendida la lámpara que alumbró su prestigio, mostrándola como el más importante centro de estudios médicos de la época.
Aunque la fecha de la fundación es incierta, los médicos salernitanos se mencionaban ya a mediados del siglo IX, y desde esa fecha hasta su decadencia a partir de 1224 (producida por el surgimiento de las primeras universidades en otras regiones de Europa), la Escuela de Medicina de Salerno fue considerada la más importante de las escuelas médicas occidentales, siendo durante su período de esplendor el destino obligado de los que querían aprender y ejercer medicina.

Cabe destacar que en la escuela de medicina salernitana también se impartían clases de filosofía, teología y derecho.
Una gran parte de la importancia de este centro de estudios se debió a los conocimientos proporcionados por los documentos médicos grecolatinos, hebreos y árabes conservados en los monasterios, traducidos muchos de ellos por Constantino el Africano, un monje cristiano de origen árabe a quien se le atribuye la traducción del árabe a latín de una importante cantidad de libros y documentos que muestran los conocimientos que poseían los musulmanes sobre la medicina occidental. Alrededor de 1072 Constantino se trasladó al Monasterio de Montecasino, donde murió.

Hacia principios del XI, la enseñanza de la medicina en Salerno comenzó a mostrar el trabajo minuciosamente organizado que realizaban los hombres y mujeres que dirigían la escuela, contribuyendo al merecido crédito que posteriormente tendría.
En 1240 d. C., el emperador romano Federico II, también rey de Sicilia estableció las normas que regirían la enseñanza médica de la escuela de Salerno. Las regulaciones determinaban que los estudios debían cubrir un período de cinco años. Los estudiantes debían tomar un curso preliminar de lógica que duraría tres años, un curso posterior que incluía cirugía y anatomía, más un año de práctica bajo él tutelaje de un experimentado médico. Como afirman algunos autores, en este centro de estudios y atención médica la teoría iba acompañada por la práctica. Cabe destacar que en esta escuela se refirieron por primera vez a los médicos como «doctores».

Los miembros de la Facultad de Medicina de Salerno, durante un período de casi mil años actuaron como profesores y médicos practicantes en la institución, compuesta por no menos de 340 nombres. La presencia de mujeres entre los instructores de la escuela, y la gran estima que tenían entre los hombres de la época por su capacidad como practicantes y por la excelencia de los tratados que escribieron, proporcionan una fuerte confirmativa de la afirmación que hiciera Platón en una de sus obras más famosa, «La República». «Las mujeres–decía en ella – tienen una aptitud tan pronunciada como los hombres para la profesión de la medicina». Si fueran necesarias más pruebas para concordar con la opinión de Platón pudieran citarse las mujeres, que, por sus éxitos, se han destacado como médicos en los Estados Unidos y otros países, sobre algunas de las cuales escribiremos posteriormente.

Albert H. Buck, MD, “El Crecimiento de la Medicina”, [§246]