Thomas Sydenham
Sydenham nació en Wynford Eagle, Dorsetshire, Inglaterra, en 1624. A los dieciocho años ingresó en el Magdalen College de Oxford, donde permaneció hasta 1644, cuando se alistó en el Ejército. Tras un breve servicio militar, reanudó sus estudios universitarios y obtuvo su licenciatura en 1648. Sin embargo, fue mucho más tarde, en 1676, cuando obtuvo el título de Doctor en Medicina, no en Oxford, sino en Cambridge. Después de abandonar esta universidad pasó unos meses en la Facultad de Medicina de Montpellier, Francia, antes de comenzar a ejercer en Londres.
Su primer tratado médico, titulado «Methodus Curandi Febres» (″Método para tratar la fiebre″), se publicó en 1666; su tercera edición fue publicada diez años después con el título «Observaciones Médicas». Entre 1666 y 1683 publicó otros tratados más, entre los que destacan los que escribió sobre enfermedades epidémicas, sífilis, viruela, histeria y gota.
Durante el último período de su carrera Sydenham alcanzó gran fama como médico, pero su fama habría sido efímera si se hubiera basado únicamente en su inteligencia y éxito profesional. De hecho, con su enseñanza y su ejemplo, impulsó una revolución fundamental en la medicina, siendo la comprensión de este hecho lo que llevó a los médicos ingleses a considerarlo póstumamente como el «Hipócrates inglés», posicionándolo definitivamente en la historia de la medicina en general. Un breve repaso del estado de la medicina en Inglaterra durante el siglo XVII permitirá al lector comprender la verdadera importancia del cambio que Sydenham contribuyó a impulsar.
Es importante recordar que en esa época los «galenistas» se centraban fundamentalmente en las estrictas enseñanzas del gran médico romano. En lugar de estudiar las enfermedades en sí, continuaban aferrados a la interpretación de las enseñanzas aprendidas en los viejos textos, desconociendo que el verdadero progreso de la ciencia médica no sería posible si se proseguía aceptando sin discusión los dogmas establecidos por los antiguos médicos.
Sydenham poseía un excepcional sentido común; ignorando todas las hipótesis vigentes desestimó los métodos terapéuticos rutinarios imperantes, negándose a aceptar las novedades del momento. «La naturaleza será mi guía», declaró, y desde entonces estudió la enfermedad junto a la cama del paciente, observando atentamente, con una mente libre de prejuicios, los efectos de los remedios que empleaba. Así, siguiendo los métodos propugnados por el gran maestro Hipócrates, pudo encaminar a sus colegas médicos hacia un mayor conocimiento del arte de curar. La medicina práctica, que previamente se había ido deteriorando, se convirtió, gracias a sus esfuerzos, en una ciencia viva y en crecimiento. Que Sydenham tenía una concepción perfectamente clara de lo que se necesitaba en aquel momento para renovar la vitalidad de la profesión médica en Inglaterra queda evidenciado por el escrito, mostrado abajo, enviado al Dr. Mapletoft.
«Tras estudiar medicina durante unos años en la Universidad de Oxford, regresé a Londres y comencé a ejercer mi profesión. Al dedicarme con todo el celo posible a mi trabajo, no tardé en comprender plenamente que la mejor manera de profundizar en el conocimiento de la medicina es empezar a aplicar, en la práctica, los principios que ya se hayan adquirido; y así me convencí de que el médico, que estudia con seriedad, con sus propios ojos —y no a través de libros—, los fenómenos naturales de las diferentes enfermedades, debe necesariamente sobresalir en el arte de descubrir cuáles son, en cada caso, las verdaderas indicaciones sobre las medidas correctivas que deben emplearse. Este fue el método en el que deposité toda mi fe, plenamente convencido de que si seguía la naturaleza como guía, nunca me desviaría del camino correcto, incluso si de vez en cuando me encontrara atravesando terrenos completamente nuevos para mí». [Ver Referencias]
Durante la mayor parte de su carrera profesional, Sydenham sufrió con frecuencia de gota, algunos ataques graves y, en ocasiones, de larga duración. Durante el invierno de 1676, por ejemplo, enfermó gravemente de cálculos renales, con hematuria provocada por el más mínimo movimiento corporal. A lo largo de 1677 continuó sufriendo frecuentes ataques de dolor, y en una ocasión no pudo salir de casa durante tres meses.
Hablando de la epidemia de peste de 1665, Sydenham contó: «Cuando vi que el peligro estaba en mi vecindad inmediata, seguí el consejo de mis amigos y me uní a la multitud que huía al campo. Poco después, cuando la epidemia se agravó aún más, y antes de que ninguno de mis vecinos regresara, cedí a los llamados de quienes necesitaban mis servicios y regresé a Londres».
Sydenham no sentía afán por los honores profesionales, aunque apreciaba mucho los que le llegaban espontáneamente. Como ya se mencionó al principio de este esbozo, el título de Doctor en Medicina no le fue otorgado por Cambridge como un mero honorario, sino que lo obtuvo tras completar la formación requerida para todos los candidatos. Su caso, sin embargo, era peculiar en un aspecto: esperó hasta después de varios años de ejercicio activo para decidirse a completar la formación requerida. No era miembro del Colegio de Médicos de Londres ni ocupaba ningún cargo oficial en la Corte, pero sobresalió como el gran médico que fue, en la descripción de las manifestaciones clínicas de ciertas enfermedades, como la viruela, las afecciones histéricas, el enquistamiento de un cálculo renal y la gota, enfermedad que, como hemos mencionado, padeció con frecuencia durante gran parte de su vida. Todas sus obras publicadas fueron publicadas latín, pero fueron traducidas al inglés, francés, alemán, flamenco e italiano.
Después de mucho sufrimiento y extrema debilidad, Sydenham murió el 31 de diciembre de 1689.
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Texto traducido de la versión francesa impresa por Daremberg en su Histoire de la Médecine , Vol. II, pág. 706. Los originales de los escritos de Sydenham están todos en latín.) También otra obra que debe consultarse para conocer la interacción que existía entre el Dr. John Mapletoft, John Locke y Sydenham, es «Sydenham’s Original Treatise on Smallpox, with a preface, and dedication to the earl of Shaftesbury, by John Locke». Published online by Cambridge University Press. https://doi.org/10.1017/S0025727300024790
Albert H. Buck, BA, MD
″El Crecimiento de la Medicina, Cap, XXXII, §[419-425]″