Egipto
En el Valle del Nilo surgió su sorprendente cultura, después de que los primeros humanos deambularan por su territorio cazando y recolectando frutos, después de que la fertilidad del suelo cercano a la cuenca del río permitiera los primeros asentamientos, el desarrollo de la agricultura, la domesticación de animales, la elaboración de armas de piedra, la producción de herramientas para la agricultura y artefactos para el uso doméstico. Se supone que el Período Neolítico en Egipto comenzó hace unos 6000 años, y su historia como un estado unificado, alrededor del 3150 a.C.
Menes, o Narmer, es considerado por algunos egiptólogos como el unificador del Alto y Bajo Egipto y fundador de la primera dinastía faraónica. A él se atribuye haber extendido la cultura por todo el territorio unificado y haber creado las bases para que de ellas surgiera el gran Imperio Egipcio. Se supone que Menes reinó entre los 3000 y 3075 años a. C.
El Antiguo Egipto se convirtió en el epicentro cultural de los pueblos contemporáneos del Mediterráneo. Admirado y visitado por griegos y romanos devino también en fuente y destino del intercambio comercial con los pueblos mesopotámicos. Resulta tentador continuar describiendo su cultura pero hacerlo nos alejaría del objetivo principal de este artículo: mostrar los avanzados conocimientos de medicina y el notable sistema público de sanidad que poseían, los que asombraban a la Grecia clásica, la “cuna de la civilización occidental”. Heródoto llega a nombrar a los egipcios el “pueblo de los sanísimos” y Homero, en la Odisea, menciona su abundante farmacopea.
La infancia de la medicina egipcia, como en todas las regiones del mundo antiguo, comienza dependiendo de las concepciones místicas propias de cada una. Entre los años 2690-2610 a.C., durante el reinado del faraón Zoser (o Djoser) de la III dinastía, Imhotep, arquitecto, guía, filósofo, y médico del faraón fue el máximo exponente de la curación médico-religiosa.
Con el transcurso del tiempo, convertido ya en una figura popular, Imhotep trascendió su época, siendo reconocido 2500 años después de su muerte como un dios médico, como fue Asclepio para los griegos.
Igual que otros pueblos los egipcios creían que la enfermedad y la muerte eran causadas por entidades malignas procedentes de un mundo invisible, por maldiciones, conjuros para producir daños, o por la ira de un dios ofendido por el comportamiento del enfermo o un familiar de éste. Repitiéndose el mismo patrón conceptual, se consideraba que la sanación del enfermo dependía de la intervención a su favor de fuerzas similares invocadas por los rituales de los sacerdotes devenidos en “médicos”. Sin importar el desarrollo de su farmacopea, los medicamentos solo podían ser eficaces si la magia era eficaz.
No obstante, a pesar de no desvincularse de sus creencias religiosas, la medicina comienza a mostrar interés en integrar a sus concepciones míticas conocimientos de anatomía y preocupación por la salud pública. Con el transcurso de los años una nueva clase de médicos comienza a alejarse de los “cuidados” místicos y la experiencia empírica a proporcionar otras respuestas.
Por los griegos conocemos parte de la evolución de su medicina, de su farmacopea de origen vegetal, mineral y animal, de su constante progreso a través de miles de años y de su ingente cantidad de médicos. Heródoto ya comentaba que el país estaba lleno de médicos: «Uno, —decía— trata sólo las enfermedades de los ojos, otro las de la cabeza, los dientes, el abdomen o los órganos internos«. «La medicina se practica entre ellos según un plan de separación; cada médico trata un solo trastorno, y nada más: así el país hierve de médicos, unos empeñados en curar enfermedades de los ojos, otros de la cabeza, otros también de los dientes, otros de los intestinos”.
Sobre la higiene, un área de la medicina egipcia que consideramos es interesante mencionar, podemos decir que sus escrituras demuestran la atención que dedicaban, no solo a la limpieza personal, sino también a las viviendas y ciudades, estando el cuidado de estas últimas regulado por la ley. Por otro lado, las abluciones frecuentes de los sacerdotes, el afeitado de todo el cuerpo y la limpieza inmaculada de sus ropas constituyen una de las mejores evidencias de prevención contra las enfermedades. Saber sobre el acceso a los cuidados médicos de los antiguos egipcios, más que una curiosa referencia histórica, constituye la manifestación de una realidad que hace recordar las dificultades, que aún en el presente de muchas regiones del planeta, deben enfrentar aquellos que necesitan recibir una atención médica adecuada.
En el Antiguo Egipto, el ejercicio de la medicina, sus enseñanzas y prácticas, eran controladas por el gobierno. Había centros de capacitación médica, llamémosle así, donde eran educados siguiendo normas específicas los curadores de la época. En estos lugares también se atendían y traban pacientes, como se atendían y trataban a otros en sitios, a veces bastante lejanos. Existen descripciones de campamentos médicos instalados próximos a canteras y lugares en construcción para atender a los obreros que sufrían accidentes.Quizá motivado por una concepción humanista, o por un cálculo económico, lo cierto es que además de la atención médica que se le proporcionaba al obrero accidentado, si éste no podía continuar sus labores recibía un tipo de pago o compensación.
Las ciencias especializadas en el estudio del hombre han permitido conocer cómo se cuidaba la salud en las antiguas civilizaciones. La casualidad todo lo relacionado con la medicina del antiguo Egipto, además de otros aspectos de su primitiva cultura.
Batalla de la Pirámides
Descubrimiento de la Piedra de Rosetta
El 21 de julio de 1798, poco antes de que comenzara la batalla Napoleón arenga a sus tropas diciéndoles: «¡Soldados desde lo alto de estas pirámides cuarenta siglos os contemplan!». Con cuánto acierto describía la famosa frase la grandeza de la civilización egipcia, la civilización que veinte años después comenzaría a develar sus secretos gracias al afortunado descubrimiento de la Piedra de Rosetta y la posterior traducción de los jeroglíficos tallados en ella. El 15 de julio de 1799 el oficial francés Pierre-François Bouchard realizó el descubrimiento, se le notificó a Napoleón y la piedra enviada a Francia.
El 27 de septiembre de 1822 el egiptólogo francés Jean François Champollion confirma haber realizado la traducción de los jeroglíficos egipcios. Pocos años después comenzaría el mundo a conocer la fascinante historia de esta antigua civilización; a contemplar su cultura leyendo sobre ella, a saber por sus papiros médicos los sorprendentes conocimientos que poseían de medicina.
Estos papiros médicos fueron escritos en hierático, una forma de escritura simplificada de los jeroglíficos. Entre los más relevantes se encuentran los mencionados abajo, más otros igualmente importantes que complementan éstos.
Papiro ginecológico Kahun
Datado en c. 1800 a. de C., constituye el texto médico más conocido del antiguo de Egipto. El papiro muestra la descripción de los síntomas que presenta el paciente y como el médico debe comunicarle su diagnóstico y el tratamiento a seguir .El texto trata sobre la salud de las mujeres; sus enfermedades ginecológicas, fertilidad y embarazo. Para prevenir éste recurre a elementos, no del todo identificados, mezclados con miel o leche agria y una pequeña dosis de natrón (carbonato de sodio).
El papiro de Edwin Smith
Datado en c. 1600 a. de C., este papiro toma su nombre de Edwin Smith, el hombre que lo compró en 1862. A su muerte su hija lo heredó y donó a la Sociedad de Historia de Nueva York. Su traducción en 1930 por James Breasted, comisionado por la Sociedad para que lo tradujera, permitió ampliar el conocimiento que poseían los antiguos médicos egipcios sobre anatomía. Este papiro no menciona los métodos mágicos de curación que mencionan otros. Conforma un tratado sobre enfermedades y prácticas quirúrgicas que aluden a lesiones de la cabeza, cuello y brazos, además de detallar el diagnóstico, pronóstico y origen del trauma, los tratamientos de heridas, suturas y detención de hemorragias. Hay también una referencia acerca de la inmovilización de la cabeza y el cuello, incluso se mencionan seis casos de lesiones medulares diagnosticados con una descripción específica de los síntomas y tratamientos para tres casos de ellos.
El papiro de Ebers
Este famoso papiro de 68 pies de largo y 12 pulgadas de ancho, datado del año 1550 a. de C., es el papiro médico más extenso encontrado. De los 328 ingredientes mencionados en él como elementos curativos se destacan los que se derivan del reino vegetal, que describen en 876 recetas los medios para atender enfermedades como la helmintiasis, producida por gusanos parásitos que viven alojados en los tejidos o en el intestino de un vertebrado; también para tratamientos ginecológicos, la gestación y el parto, para los ojos y la piel; incluso hace referencia al padecimiento de migrañas. En este papiro se describen, además, tumores de faringe, tiroides, estómago, recto y útero, y se hace la primera descripción médica conocida sobre la diabetes mellitus: “para eliminar la orina que es demasiado abundante” (el aumento del volumen de orina se refiere principalmente a la diabetes). También la abundante descripción de su farmacopea permite conocer los elementos que la componían, las fuentes de su procedencia y su preparación. En la descripción se citan más de 800 plantas medicinales, entre ellas, brotes y cortezas de árboles como el sauce, que utilizaban para calmar el dolor y afecciones inflamatorias, la mandrágora, la acacia, semillas de amapola, cardo blanco, ajenjo y ricino; también anís, hinojo, enebro, pepino, cilantro, comino, puerro, girasol, trigo, cebada, raíces como el ajo, y frutos como el higo, el dátil y la mora.
No obstante, este papiro, como los de Londres y de Chester Beatty, tampoco se desvincula de los conjuros mágico-religiosos.
El papiro de Hearst
Posiblemente creado 2000 a. de C. se estima que pudiera haber sido escrito como un medio referencial para un médico local. Entre los métodos de curación que describe se encuentran los siguientes remedios: seis relacionados con la purga, ocho relacionados con los dientes y los huesos, siete relacionados con dolores, once relacionados con la digestión, diez relacionados con los órganos urinarios, siete relacionados con las enfermedades de la cabeza, treinta relacionados con los vasos, ocho relacionados con la sangre, trece relacionados con el cabello y la piel, treinta y seis relacionados con los dedos de manos y pies, dieciocho relacionados con huesos rotos, siete o más relacionados con mordeduras, doce contra enfermedades no identificadas, y dos encantamientos. Se menciona brevemente lo que pudiera interpretarse como una alusión a la psiquiatría, describiendo un “desánimo” que pudiera sugerir un estado de “depresión” según los conceptos actuales. En este papiro se describen también más de 700 fórmulas mágicas.
Enfermedades
La variedad de enfermedades conocidas y tratadas en el Antiguo Egipto se encuentran documentadas en los papiros médicos, en los ya citados y en otros como los Papiros de Ramesseum, de Berlín, de Brooklyn, de Hearst, de Londres y Chester Beatty.
En ellos se han podido encontrar testimonios que evidencian el conocimiento y tratamiento de enfermedades cardíacas, trastornos urinarios, padecimientos dentales, diabetes y cáncer.
Específicamente en el papiro de Edwin Smith se encontró la primera descripción escrita del cáncer, «un tumor abultado de la mama era una enfermedad grave y no había tratamiento para ella”. También en el Papiro de Ebers se describen tumores de faringe, tiroides, estómago, recto y útero, y se hace la primera descripción médica conocida sobre la diabetes mellitus: “para eliminar la orina que es demasiado abundante” (el aumento del volumen de orina se refiere principalmente a la diabetes).
Fuentes Vegetales
Proporcionadas por los frutos, hojas, raíces y jugos de las plantas, también por los brotes y cortezas de los troncos de algunos árboles, como el sauce, que se utilizaba para calmar el dolor y afecciones inflamatorias.
Entre las plantas utilizadas se mencionan el trigo, la cebada, el higo, dátil, la acacia, el anís, el ricino, cilantro, pepino, comino, hinojo, mora, ajo, calabaza, enebro, puerro, lechuga, loto, guisantes, azafrán, girasol, terebinto, brotes y corteza de sauce, cardo blanco, ajenjo, y semillas de amapola.
Fuentes Minerales
Los minerales y metales en la farmacopea egipcia incluían antimonio, alumbre, carbón de madera carbonizada, cobre, feldespato, óxido de hierro, piedra caliza, ocre rojo, carbonato de sodio, bicarbonato de sodio, sal, azufre y posiblemente compuestos de arsénico
El sulfuro de antimonio se administraba por vía oral para combatir enfermedades causadas por gusanos parásitos, el azufre se usaba para la sarna, la calamina se utilizaba como calmante, el natrón(carbonato de sodio) para la limpieza de los dientes y enjuague bucal, mezclado con aceite se usaba como un primitivo jabón para la limpieza personal; también como producto de limpieza para los hogares, templos y otros recintos.
Otros minerales que poseían un color fuerte se usaban para uso cosmético, como el antimonio y los sulfuros de plomo que se utilizaban para producir pinturas negras para embellecer los ojos de hombres y mujeres; el color verde en el maquillaje de los ojos era proporcionado principalmente por la malaquita y la crisocola; el silicato de cobre producía un color azul verdoso.
Fuentes animales
En los papiros existen muchas referencias al uso de medicamentos de origen animal. La grasa de ganso, por ejemplo, formaba parte de un remedio utilizado por vía oral para aliviar el dolor
Productos como la cera de abejas eran ampliamente recomendados para su utilización como material aglutinante, en ungüentos para aplicar sobre la piel, o sobre las heridas. La miel era utilizada como remedio en unas quinientas recetas, siendo el producto más mencionado en el Papiro de Hearst, como calmante de la tos, antiséptico, cicatrizante de heridas, y antidiarreico. Además de ser utilizada por sus propiedades curativas y alimenticias la miel se usaba también con otros propósitos mezclada con vino, cerveza o leche.
Conclusión
La lectura de los papiros médicos, y otras escrituras encontradas en diferentes lugares, constituyen el irrefutable testimonio del alto desarrollo de las prácticas médicas de los antiguos egipcios, demostrado que sus prácticas hubieran podido desvincularse totalmente de sus rituales mágico-religiosos sin afectar su eficacia.