Florence Nightingale

«El Ruiseñor de Florencia» – «La Dama de la Lámpara

"Illustrated Times" Febrero 2 1856

Sobre la vida, cualidades humanas, obra y legado de Florence Nightingale se ha escrito mucho. La prensa de la época comenzó enalteciendo su trabajo y triunfos, mientras sus biógrafos comenzaban a descubrir todos los aspectos de su existencia, su infancia, juventud, su fe religiosa, su cultura y compromiso con el cuidados de los enfermos. Posteriormente el teatro, el cine, la televisión y otros medios de comunicación nos contarían sobre ella. Hoy, cientocatorce  años después de su muerte, la tecnología moderna  contribuye,  a través de los nuevos medios audiovisuales existentes,  a difundir la humildad y labor  profesional de esta singular mujer.   Para nosotros escribir sobre ella constituye una obligación ineludible.

Los padres de Florence, William Edward Shore (1794-1874) y Fanny Smith (1789-1880), pertenecían  ya a una acomodada familia británica antes de heredar los bienes de Peter Nightingale. La abuela de Florence por parte de padre, Mary Evans, era sobrina de este acaudalado hacendado de Derbyshire, quién al morir sin poseer una descendencia directa  legó sus propiedades y apellido al padre de Florence, que lo aceptó cumplientdo con las con las disposiciones de su testmento,  cuatro años antes de que naciera su hija mayor y cinco  antes de que naciera la segunda.

Residencias de la familia Nightingale

El matrimonio Nightingale no tuvo hijos varones, pero si dos niñas que fueron su orgullo. Ambas nacieron durante su luna de miel en Italia. La mayor, nacida en 1819 en Parthenope, un antiguo asentamiento griego cerca de Nápoles fue nombrada Frances en honor a su madre y Parthenope por el lugar de su nacimiento.

Florence nació también  en Italia, el 12 de mayo de 1820 en la ciudad a la que debe su nombre de pila, Florencia. No pudo ser más afortunada la conjunción del nombre de la ciudad natal con el apellido heredado por su padre, Nightingale. Con el transcurrir del tiempo amigos y familiares comenzarían a llamarla coloquialmente por el apelativo que todavía hoy recuerda su simpatía y gentileza: «El Ruiseñor de Florencia»

El padre de las niñas era un hombre culto, educado en Edimburgo y en Trinity, Cambridge. Poseía criterios muy progresistas en relación a su tiempo sobre la educación intelectual de las mujeres; siendo la educación en el hogar directamente supervisada por él, incluía en ella una serie de materias muy alejadas del plan de estudios corriente en los “seminarios para señoritas” de la época.
Las niñas estudiaron música, gramática, composición, lenguas modernas, latín, griego y matemáticas. Cuando Florence tenía dieciséis años el padre leía a Homero con sus hijas
Florence decía que la hermana aprendía más rápido el griego. Parténope confiaba más en su capacidad de improvisación, Florence era más metódica y laboriosa. Su conocimiento del latín le resultó de cierta utilidad práctica en años posteriores, durante las conversaciones con abades y monjes que conoció durante sus viajes. Parténope decía de ella, en una carta fechada en 1840, que se había dedicado más a las matemáticas, «y, como en todo lo que emprende, se sumerge en ellas y trabaja muy duro».
No obstante todavía debía de transcurrir algún tiempo para que el intelecto y educación de las hermanas produjeran sus frutos.

No obstante haber crecido rodeada de lujos y comodidades, Florence sacó sus propias conclusiones, poco compatible  en algunos aspectos con las convenciones existentes relacionadas con las circunstancias mundanas que rodeaban a sus padres. No obstante, aceptó el hecho de  la riqueza en la que nació sin cuestionamientos fundamentales, pero ésta no obnubiló su empatía por lo menos favorecidos social y económicamente. En una ocasión, una amiga le pidió que visitara a los habitantes de los alrededores de Lea Hurst y ella le explicó que no le gustaba hacerlo por dificultársele ir «de una casa grande y cómoda» para enseñar a la gente pobre cómo vivir. Ella estaba consciente del cómodo entorno en que había nacido, pero pensaba que la riqueza sólo debía utilizarse como medio de trabajo. Las condiciones fáciles, agradables y no muy extenuantes de su vida familiar cuando era niña determinaron la naturaleza de sus primeros años, pero su alma no se arraigó a ellas. Sembraron las semillas que, con el paso de los años, no se convirtieron en conformidad, sino en una tenaz autoimpuesta obligación de poner su voluntad y conocimientos al servicio de la enfermería. 

Nightingale desarrolló interés por los temas sociales de su época, pero en 1845 su familia se oponía firmemente a la idea de que ella trabajara en un hospital. Hasta ese entonces, el único trabajo de enfermería que había hecho había sido cuidar de parientes y amigos enfermos.

La importancia de una amistad.
En 1847, mientras Florence viajaba por Europa, conoció en Roma a Sidney Herbert quién se encontraba en la ciudad con su esposa celebrando su luna de miel. De este encuentro surgió una gran amistad entre los tres y, de esta relación de afecto y respeto la singular circunstancia que influiría, como causa indirecta, en el desarrollo de la enfermería moderna.

Dos años después de ese encuentro, en 1849, encontrándose Florence en Egipto tuvo la oportunidad de estudiar algunos sistemas hospitalarios. A principios de 1850, inició su entrenamiento como enfermera en el Instituto de San Vicente de Paul en Alejandría, Egipto, que era un hospital perteneciente a la Iglesia Católica. Nightingale visitó el hospital del Pastor Theodor Fliedner en Kaiserwerth, cerca de Dusseldorf, Alemania en julio de 1850 y regresó a esa ciudad en 1851 para entrenarse como enfermera durante tres meses en el Instituto para Diaconisas Protestantes; y luego de Alemania se trasladó a un hospital en Saint Germain, cerca de París, dirigido por las Hermanas de la Caridad. A su regreso a Londres en 1853, tomó el puesto ad-honoren de Superintendente en el Establecimiento para damas en el número 1 de la calle Harley.

Marzo de 1854 trajo consigo el inicio de la Guerra de Crimea que comenzó cuando Rusia invadió Turquía, este último en alianza con Inglaterra y Francia. La guerra finalizó en 1856. La mayor parte del conflicto tuvo lugar en la península de Crimea en el Mar Negro. Aunque los rusos fueron derrotados en la batalla del río Alma, el 20 de septiembre de 1854, el periódico The Times criticó duramente las instalaciones médicas británicas. En respuesta a ello, Sidney Herbert le pidió a Nightingale que aceptara hacerse cargo de crear un equipo de enfermeras y, bajo su supervisión, viajara a Crimea como Superintendente del Sistema de Enfermeras de los Hospitales Generales Ingleses en Turquía. Nightingale llegó a Escutari, un suburbio asiático de Constantinopla (hoy Estambul) con 38 enfermeras, el 4 de noviembre de 1854. Firme e infatigable se ocupaba de su trabajo con tal criterio, sacrificio, valor, ternura y todo ello con una actitud tranquila y sin ostentación, que se ganaba los corazones de todos aquellos a quienes sus prejuicios de oficiales no les impedían apreciar la nobleza de su trabajo y de su carácter». En la organización de los servicios hospitalarios, en dos semanas logró montar una cocina para preparar la comida de 800 hombres; una lavandería en donde se desinfectaba la ropa de los pacientes además dotó a los heridos y enfermos de 10 mil camisas compradas con los donativos que conseguía y de su propio dinero.

Como «la dama de la lámpara» comenzaron a conocerla los soldados hospitalizados, que noche tras noche la veían recorrer los precarios alojamientos donde eran atendidos; siempre pendiente de sus necesidades, siempre solicita y amable con ellos.

 

Florence Nightingale en el hospital militar de Scutari (1854-57)
Una sala del Hospital Scutari donde trabajó. Litografía de 1856.

Aportes a la enfermería
Sus aportes se consideran en dos niveles, en el ámbito general de la disciplina inició la búsqueda de un cuerpo de conocimiento propio, organizó la enseñanza y la educación de la profesión, inició la investigación en enfermería y fue la primera en escribir sobre la disciplina; y en el ámbito particular organizó la enfermería militar y fue la primera en utilizar la estadística, y el concepto de higiene dentro de la profesión.
Además, se considera esencial de la reforma Nightingale que la dirección de las escuelas debía estar en manos de una enfermera y no de un médico; había que seleccionar a las candidatas de acuerdo con sus aptitudes morales e intelectuales; y de impartir una enseñanza metódica en vez de ocasional, por medio de la práctica.
Su aporte a la organización de los servicios de enfermería fueron su genio organizador y un ciento por ciento de eficacia. No habría sido nunca la dama de la lámpara, si no hubiera sido también la dama con un propósito y con capacidad11.
Florence Nightingale marcó un hito en enfermería e inscribió para todas las generaciones de enfermeras el concepto de «cuidar de uno mismo, del entorno y al paciente», a través de toda su obra.
Teniendo en cuenta sus declaraciones sobre los deberes de las enfermeras en 1893, una comisión del Colegio Farrand del Hospital Harper de Detroit, redactó en reconocimiento a su trayectoria el Juramento de Florence Nightingale, el cual ha sido adoptado y adaptado, por la mayoría de las escuelas de enfermería para tomar el juramento sus los egresados, dice así:

  • Juro ante Dios y teniendo por testigos a los aquí presentes, ayudar a las personas a desarrollar
    su capacidad de alcanzar una vida plena ya sea promoviendo la salud o ayudando a restaurarla.
  • Juro brindar mis servicios situada en una visión integral del hombre, abarcando por igual su dignidad y su derecho al bienestar.
  • En el desempeño de mi profesión, me abstendré de todo tipo de discriminación, referente a ideología, religión o creencia, raza o nacionalidad, sexo, enfermedad o minusvalía de las personas.
  • Juro poner todo mi esfuerzo y conocimiento en brindar cuidados de la más alta calidad, en
    las distintas etapas de la vida de mis pacientes, hasta en sus últimos días. 

Si leemos sus cuadernos de notas, encontraremos el secreto de aquel celo con que consagró su vida a los demás, porque su extraordinaria inteligencia se alimentó en el constante estudio del misticismo cristiano, y su vida fue, manifiestamente, la expresión de sus creencias religiosas. He aquí una nota, que la representa típicamente:»El camino para vivir con Dios es vivir con las ideas, no meramente pensar sobre los ideales, sino actuar y sufrir por ellos. Los que tienen que trabajar como hombres y mujeres deben sobre todas las cosas tener un ideal espiritual, que es su finalidad, siempre presente. El estado místico es la esencia del sentido común».  

A Florence Nightingale se la considera por todo lo antedicho la precursora de la enfermería moderna, y la fecha de su nacimiento se ha designado como el día internacional de la enfermería

Audio
La voz de Nightingale quedó registrada en una grabación fonográfica de 1890, preservada en la British Library Sound Archives (Archivos de sonido de la Biblioteca Británica).
«Cuando ya no sea ni siquiera un recuerdo, sino sólo un nombre, espero que mi voz perpetúe la gran obra de mi vida. Dios bendiga a mis queridos camaradas de Balaclava y los lleve sanos y salvos a la orilla».

Teatro
La primera representación teatral de Nightingale fue en «The Lady with the Lamp» (La dama de la lámpara) de Reginald Berkeley, estrenada en Londres en 1929, con Edith Evans en el papel principal.
En 1951 fue para el al cine con el mismo nombre. También aparece como personaje en la obra teatral surrealista «Early Morning» de Edward Bond.

Televisión
Tanto en documentales como en ficción, se la ha retratado de diversas formas. Desde el documental Florence Nightingale (BBC, 2008) donde se enfatiza su espíritu independiente y su convicción de que la obra que llevaba adelante era de inspiración divina, hasta The Real Angel of the Crimea(El Verdadero Ángel de Crimea, Channel 4, 2006)
En 1985, Jaclyn Smith protagonizó «Florence Nightingale», una película biográfica para la televisión.
Hasta en un episodio de «Star Trek Voyager» el personaje Kim da su nombre a una nave espacial.

Cine
En 1912, Julia Swayne Gordon protagonizó el papel de Nightingale en la película silente «The Victoria Cross». En otra película silente de 1915, Florence Nightingale, tuvo en el papel principal a Elisabeth Risdon. Ya en la etapa de cine sonoro, fue protagonizada por Kay Francis en «White Angel», y en 1951 lo hizo Anna Neagle en «The Lady With the Lamp».

Fotografía
Nightingale rechazaba la reproducción de su imagen ya fuera en fotografías, retratos pictóricos o en las estampas que la prensa transformó en icónicas y que la exhibían portando una lámpara entre los heridos de la Guerra de Crimea. Incluso apareció en los billetes que circularon en el Reino Unido desde 1975 hasta 1994. Lizzie Caswall Smith le tomó su última fotografía en 1910, poco antes de su muerte, en su hogar londinense de South Street, Park Lane.