Fundación de la Cruz Roja

Jean Henry Dunant, el fundador de la Cruz Roja, nació en Ginebra, Suiza, el 8 de mayo de 1828. Nacido en el seno de una familia muy religiosa e influenciado por el compasivo comportamiento de sus padres con los desvalidos, heredó de ellos la devoción por sus creencias y compasión por el prójimo necesitado. A los dieciocho años se unió a un grupo de amigos para estudiar la biblia, a los veinticuatro fue cofundador de la «Young Men’s Christian Association (YMCA)», «Asociación Cristiana de Hombres Jóvenes».
Las causas que contribuyeron a la creación de la Cruz Roja se remontan a la conjunción de los hechos que permitieron a Henry Dunant presenciar los horrores causados por el enfrentamiento militar entre las tropas del emperador austriaco Francisco José I y el emperador francés Napoleón III en las proximidades de la ciudad de Solferino, no como un corresponsal de guerra, sino como un testigo ocasional.
Conociendo que Napoleón estaba en Italia decidió viajar a la región de Lombardía donde se encontraba con el propósito de solicitarle ayuda para su empresa, la «Sociedad Anónima de los Moulins de Mons Djemila» (Société Anonyme des Moulins de Mons Djemila), dedicada al cultivo y comercio del maíz; establecida por él en 1856 en la entonces Argelia francesa, en el norte de África.
Dunant llegó a Solferino el 24 de junio de 1859, el mismo día en que tenía lugar en las afueras de la ciudad, la única batalla que se puede comparar por la magnitud de sus pérdidas con las batallas de Moscú y Leipzig, considerada la más sangrienta de Europa posterior a Waterloo, donde el 18 de junio de 1815 el ejército de Napoleón Bonaparte fue vencido por la coalición de países dirigida por Inglaterra y comandada por el Duque de Wellington.
Las cruentas consecuencias de este enfrentamiento bélico descrita detalladamente por Henry Dunant en su libro «Un Souvenir de Solferino» (Un recuerdo de Solferino), describe no solo el heroísmo de los soldados de ambos ejércitos, sino también la espantosa realidad de los miles de cadáveres esparcidos en el campo de batalla, mezclados con los de los caballos, los heridos que agonizaban y los gritos de dolor, que no eran socorridos apropiadamente. El sufrimiento de aquellos que habían podido ser trasladado a la cercana ciudad de Castiglione del Stiviere era igualmente terrible, donde a pesar de los esfuerzos que se realizaban para atenderlos no resultaban suficientes para curar sus heridas y salvar sus vidas.
No obstante, en Castiglione se organizó por primera vez un cuerpo de voluntarios con el propósito de socorrer y curar a los heridos de los dos ejércitos. La activa participación de Dunant pronto fue notada por las mujeres que se dieron cuenta de que para él no existían las diferencias nacionales, solo existían heridos que necesitaban auxilio, razón por la cual, siguiendo su ejemplo, extendieron ellas las mismas benevolencia a todos los soldados bajo la consigna de «Tutti fratelli» (Todos somos hermanos), que repetían con emoción una y otra vez.

Regreso a Ginebra
Dunant no permaneció mucho tiempo en Italia, regresó a Ginebra a principios del mes de julio, pero cuando lo hizo ya no era el hombre joven dedicado a los negocios que buscaba la ayuda imperial, ahora era un hombre abrumado por el atroz sufrimiento ajeno del que había sido testigo, aunque también fascinado por el generoso comportamiento de las mujeres italianas que coreaban «todos somos hermanos» mientras seguían su ejemplo. Ahora de regreso a sus principios filantrópicos juveniles, acompañado por la energía propia de aquellos años y sus cualidades organizativas, comenzó a describir las escenas del horror causada por la sangrienta batalla.

Henri Dunant joven
Batalla de Solferino - 24 de junio de 1859
Lápida en recordación de las hijas Castiglione

Un Souvenir de Solferino (Un recuerdo de Solferino)
De este libro publicado y costeado por él en 1862 se imprimieron 1600 copias que fueron enviadas a un gran número de monarcas y otros líderes europeos. En el describe con lujo de detalles sus experiencias como testigo de la terrible batalla, la escases de medios apropiados para transportar a los heridos, las dificultades que ésto representaba para atenderlos rápidamente, la poca cantidad de médicos y enfermeras existentes para hacerlo con la premura necesaria, sin importar lo mucho que se esforzaran.
Leer este relato permite comprender la inmensa compasión que sentía este hombre por el sufrimiento de aquellos soldados desconocidos y que, en la medida de sus posibilidades, se esforzó en ayudar directamente.

Dunant expone en el libro la idea de la creación de una organización neutral para proporcionar cuidados a los soldados heridos. Deseaba que todos comprendieran la necesidad de hacerlo y, poco a poco, lo hicieron.

El 9 de febrero de 1863, durante una reunión de la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública se tomó la decisión de nombrar una comisión integrada por Henry Dunant, Louis Appia, el general Guillaume-Henri Dufour, Theodore Maunoir y Gustave Moynier, quien era presidente de la Sociedad, para aplicar las conclusiones expuestas en el libro de Dunant e impulsar el propósito de crear un cuerpo de enfermeros voluntarios para los ejércitos en campaña.
Este fue el hito histórico que llevaría primero, a partir del 17 de febrero de 1863, a la fundación del «Comité Internacional de Socorro a los Militares Heridos», que sería llamado después «Comité Internacional de la Cruz Roja».

«el 9 de febrero de 1863 marca el verdadero punto de partida de la Cruz Roja»,  Gustavo Moynier

Fundadores del Primer Comité de Ginebra
Documento Original del Primer Comité de Ginebra

En 1901, Henriy Dunant recibió el primer Premio Nobel de la Paz, conmpartido con el político pacifista francés Frédéric Passy. A él se le adjudicó por su paricipación en la fundación del Movimiento Internacional de la Cruz Roja, a  Passy por su activa oposición a la guerra. Uno en su afán por salvar las vidas y disminuir los sufrimientos de los heridos en los campos de batalla, el otro por el ingente esfuerzo de evitarla. Los propósitos del primero continuan vigente, los del otro, lamentablemente aún no se ha logrado. Ambos, estimamos, fueron merecedores del premio, aunque la adjudicación compartida resultó ser polémica. No onstante, siendo objetivos, otros Premios de la Paz han sido más cuestionables. ¿Si los Premios Nobel se politizaran no motivarían desconfianza? El Dr. Carlos J. Finlay, el verdadero y único descubridor del agente trasmisor de la Fiebre Amarilla fue nominado siete veces al Premio Nobel de Medicina y siete veces le fue negado. ¿Por qué? Sobre   Esta pregunta la responderemos en otro artículo para que los lectores extraigan sus conclusiones.

Bandera Suiza
Emblema de la Cruz Roja

La bandera Suiza y el Emblema de la Cruz Roja solo difieren  en la inversión de los colores. El Emblema constituye una lógica y comprensible alegoría al país donde surgió, creado para representar la Institución y permitir la identificación de sus miembros y equipos.  
Posteriormente a este distintivo se agregarían otros, como la Media Luna Roja y el Cristal Rojo. Para conocer sobre ellos sugerimos visitar el sitio oficial de la Cruz Roja que proporciona una copiosa información sobre su evolución histórica, los países que hoy la integran, y sus actuales reglamentos y compromisos.

  • «Souvenir de Solferino»  (Un recuerdo de Solferino) por Jean Henry Dunant
  • The Origin of the Red Cross, by Mrs. David H. Wright, traducido del francés 
  • Henry Dunant, por Pierre Boissier
  • Florence Nightingale y Henry Dunant, por Pierre Boissier
  • Henry Dunant, Enciclopedia Británica
  • Gustave Moynier and the Peace Societies, Cambridge University
  • https://www.icrc.org/